OPINIÓN

El 'punto de quiebre' de dos celebridades: Leonardo Mondadori y Alessandra Borghese

2024-04-17

Es común entre hombres de negocios decir que no tienen ni un solo minuto para dedicarle a Dios. Como pretexto suelen poner: “Es que estoy muy ocupado”, “De mí dependen todos los negocios de este corporativo”, “Si descuido cualquier aspecto, todo se puede venir abajo o que suframos un colapso”.

Tal es el caso del empresario italiano Leonardo Mondadori, metido “en cuerpo y alma” a dirigir la enorme “Editorial Mondadori”. Fue un empresario inteligente, visionario y exitoso. Pero no contaba con un inesperado cáncer de páncreas, que fue avanzando hasta su muerte, y Ese padecimiento fue su “punto de quiebre” o de un profundo acercamiento a la fe cristiana.

En una entrevista periodística, Mondadori reconoce que vivía como si Dios no existiera, volcado en buscar sólo su realización profesional para obtener el máximo de beneficios económicos.

Acepta que su vida personal era bastante desordenada; con dos matrimonios, tres hijos divididos. Y en el terreno de las amistades, en una ocasión en que esta empresa editorial pasó por un tiempo de crisis, ocurrió lo típico: los supuestos amigos desaparecieron.

Así que decidió poner en orden su vida afectiva, viviendo la Castidad como el Señor manda, y comenta que -con humildad- le pidió a ayuda Virgen María para que le ayudara a lograrlo.

Se puso de lleno a meditar sobre su enfermedad y la inminente muerte, y correspondió al anhelo apasionado que sentía por Dios. Comenzó a asistir a la Santa Misa, a rezar el Rosario, a conversar con frecuencia con un sacerdote amigo suyo, para poder confesarse.

Fue cuando tomó la decisión de reconciliarse con su verdadera esposa. Fue un encuentro emotivo, que duró varias horas y concluyó con un tierno abrazo. Acto seguido, pudo recibir a Jesús en la Eucaristía.
Todo ello supuso una metamorfosis interior. Sus familiares y conocidos no daban crédito al profundo cambio de Leonardo. Y para él fue fuente de una profunda alegría.

Naturalmente fue objeto de burlas, murmuraciones, críticas, aunque este empresario no les hacía el menor caso. Pero lo que todos notaban en el semblante de Leonardo -antes adusto y pensativo- era una sonrisa de oreja a oreja. “Como si se hubiera hecho cirugía plástica”- comentaba un primo suyo.

Cuando le preguntaban la causa de esa alegría, respondía: la Confesión frecuente. “Si entras al confesionario, al salir, te dan ganas de cantar o de silbar.

En sus varias operaciones, este empresario, antes prepotente, soberbio, poderoso, casi invulnerable, ahora se veía en el quirófano solo, con su dolor. Fue cuando tomó la decisión de unirse a la Cruz de Cristo para que ese sufrimiento tuviera fecundidad espiritual.

Poco antes de morir, comentó que se encontraba gustoso de regresar a la Casa de su Padre-Dios, lleno de serenidad y de paz.

Alessandra Borghese: la artista que aprendió a mirar con nuevos ojos

Alessandra es museógrafa y especialista en Arte. Procede de una familia que pertenece a la nobleza italiana. Tiene una posición económica desahogada. Así que decidió irse a vivir a Nueva York para estar al día en las modas y corrientes artísticas, conocer a destacados artistas y vincularse a todo ese glamour.

En una temporada que regresó a Roma, conoció a Marco Nesbit, joven rico, bien parecido y se pusieron de novios. Pero él ocultaba su desequilibrio mental. Un día fue al centro de la ciudad ya que montaba una exhibición de pintura moderna y casualmente se encontró con Marco, quien conducía un espléndido automóvil deportivo convertible y de inmediato la invitó a dar un paseo, a lo cual Alessandra aceptó complacida. Pero a los pocos metros, Marco se puso una pistola en su boca abierta y gritó “¡me disparo!”. Ella imaginó que era una broma, pero en ese instante Marco se voló la tapa de los sesos. Alessandra, de la fuerte impresión, tuvo que ser hospitalizada.

Tiempo después, ya de regreso en Nueva York, conoció a Constantino Niarchos, hijo del conocido magnate naviero griego. El joven era inteligente, simpático, rico, aunque adicto a la cocaína. Se pusieron de novios. Varias veces él ingresó en un centro de rehabilitación. Y después de prometer Constantino dejar la droga, se casaron. Pero su vida marital era insostenible por las frecuentes recaídas del joven y pronto se divorciaron. Al poco tiempo, Constantino falleció por una sobredosis de cocaína.

Alessandra reconoce que internamente estaba destrozada. Buscaba la paz, pero no la encontraba. Una íntima amiga suya, Gloria Von Thurn, la invitó a ir a Misa. Aceptó de mala gana, pero fue. Al principio no entendía nada. Pero un día, empezó a comprender la Palabra de Dios y a recordar muchos detalles de la formación católica de su infancia. Otro día se animó a conversar con un sacerdote, quien le propuso que se confesara y comulgara con frecuencia.

Desde entonces, su vida dio “un giro de ciento ochenta grados”. Comenzó a sentir un intenso anhelo de Dios. Empezó a escribir libros con sus experiencias de acercamiento a la fe y a dar conferencias sobre el mismo tema en varios países de Europa.  De llevar una vida de glamour, tuvo “un punto de quiebre” y ahora es una conversa con una intensa vida cristiana. Su dolor se transformó en un intenso gozo.

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