Universidad Tecnológica de Aguascalientes
PERSONAS QUE APORTAN

De vendedor de telas al mayoreo… a Cónsul Honorario de España

2021-10-18

Aguascalientes, Ags.- En DESDElared, continuamos con la publicación de casos de personas y labores destacadas y poco conocidas en beneficio de nuestra sociedad de Aguascalientes, que por algo ha sido considerada como “la tierra de la Gente Buena”.

Se trata de materiales escritos en el año 2018 y 2019, originalmente pensados para formar parte de un libro que, por diversos motivos, no llegó a publicarse. Se actualizó en días recientes sólo en aquello realmente necesario.

  • Un español muy mexicano
  • De los tacos, fabadas y paellas… a los trámites consulares
  • La colonia española en Aguascalientes es de mil personas

Alejandro Muñoz Fernández

Alejandro Muñoz Fernández

A poco de conocerlo, cualquiera diría que Alejandro Muñoz Fernández es un español pleno, catalán para más señas. Pero a medida que se le trata un poco más, uno se convence de que sus más de 40 años aquí lo han hecho también muy mexicano.

En él se da una combinación curiosa: como buen catalán es un tanto calculador y frío para pensar y decidir, y como español, gritón y dicharachero; pero, al mismo tiempo es puro corazón. De otra manera no se explica que alguien dedicado a los negocios lleve tantos años al frente de una responsabilidad que le ocupa la mitad de su tiempo, que lo requiere en fines de semana o a la medianoche, que le representa gastos y que no le genera ingreso alguno.

“Fue el 24 de Julio de 1976 cuando llegamos a Aguascalientes, nos cuenta”... Su padre, Don Alejandro Muñoz Luengas, era un Técnico en Maquinaria Textil que desde años atrás había venido por temporadas a nuestra ciudad para instalar máquinas y adiestrar a los técnicos mexicanos que habrían de operarlas. No olvidemos que por aquellos años se vivía aquí un auge de la industria textil y de la confección, y los empresarios locales dedicados a ello compraban la maquinaria en España y en otros países europeos.

Don Alejandro, que se consideraba muy español, era a la vez muy catalán. Aunque había nacido en Madrid, la Guerra Civil Española obligó a que cientos de niños fueran evacuados de la capital que se encontraba en el año 1936 bajo constante bombardeo por las fuerzas que se denominaban, “nacionales”. Cientos de niños madrileños fueron llevados a Barcelona, y adoptados por familias catalanas, con las que crecieron. Y muchos se quedaron definitivamente en Cataluña. Pasados los años, Don Alejandro se casó con Blanca Fernández González, nacida en Cuba de padres españoles. A ese matrimonio, que se asentó en Sabadell, una comunidad muy cercana a Barcelona  que era entonces ya un emporio textil, le nacieron dos hijos: Alejandro, nuestro personaje, y Luis, que es un médico patólogo también ampliamente conocido en nuestro entorno.

Alejandro Muñoz Fernández

 

Mi primer trabajo: vender telas al mayoreo en “La Quemazón”

Por aquellos años, Don Alejandro fue contratado para residir de una manera permanente en Aguascalientes con el fin de instalar la maquinaria y capacitar a los técnicos y operarios de la empresa San Gerardo Textil, propiedad de la familia Barba González.

Para su hijo Alejandro, entonces de 22 años y ya con un Título de Oficialía y Maestría Textil (que ahora equivaldría al de un Técnico Superior Universitario),  llegar a una ciudad como Aguascalientes representó un choque cultural fuerte, y comenzó a trabajar como vendedor de mayoreo en la tienda de telas “La Quemazón”, que estaba en el Pasaje Ortega, frente al Mercado Terán, bajo la autoridad de Don José Barba Alonso; y ahí comenzó a entender y a valorar el modo de pensar y de ser del mexicano.

Después, vinieron años de trabajo para empresas de la confección en la Ciudad de México, y luego, ya casado con Beatriz Romo Barba (nieta de Don José), regresó a Aguascalientes contratado por Industrias Jo-Bar. Con el tiempo, llegado el momento de emprender por cuenta propia, abrieron Confecciones MU-RO (los apellidos de él y de su esposa), un negocio de confección de uniformes secretariales. Poco después, iniciaron el proyecto que lo haría ser muy conocido: un restaurante que fusiona la gastronomía española con la mexicana.

El Mesón del Taco lleva más de 25 años de trabajar sin interrupciones en nuestra ciudad. Parece fácil, pero se cuentan con los dedos de una mano los restauradores que han podido permanecer esos años en el mercado. En este caso, comenta Alejandro, el secreto ha estado en el enfoque original: ofrecer gastronomía española y mexicana en una misma carta y a precios accesibles. El alma del Mesón, confiesa Alejandro, “ha sido mi esposa Beatriz, pues aplicó las recetas mexicanas que aprendió de su madre con las de platillos españoles que le enseñó mi madre. Desde el inicio nos dividimos las tareas: ella se ocuparía de supervisar la cocina en tanto que yo me encargaría del servicio en las mesas y de recibir a los clientes; y la división de funciones nos ha funcionado bien desde entonces”.

Más de 20 mil tarjetas de clientes satisfechos

Sin ser algo plenamente mexicano, el Mesón del Taco se ha convertido en un referente para todo aquel que visita Aguascalientes, y dan testimonio de ello las decenas de miles de tarjetas de visita que los clientes han dejado al quedar satisfechos de la calidad y del servicio en el establecimiento. Un vistazo rápido por los tableros donde están esos miles de tarjetas nos deja ver que han pasado por ahí desde pequeños comerciantes hasta los más altos directivos mundiales de las empresas transnacionales que tienen plantas en Aguascalientes. Sin olvidar a cuanto artista español y a muchos de otras procedencias que se han presentado en nuestra ciudad: Raphael, Rocío Dúrcal, Julio Iglesias, Juan Manuel Serrat, Alberto Cortés, Joaquín Sabina, Armando Manzanero; y toreros como José Tomás, Eloy Cavazos…

Y para todos –famosos o no- ha habido una bienvenida por parte de Alejandro y una anécdota o chascarrillo contado por el propietario y fundador del establecimiento. Porque si el buen yantar alegra el ánima, también lo hacen la amena conversación y una buena carcajada.

En la década de los 90´s, una llamada del Consulado de España en Guadalajara le pedía ayuda para convocar a la comunidad española en Aguascalientes con el fin de asistir a la recepción que ofrecería el entonces Embajador, Juan Pablo de la Iglesia, al visitar nuestra ciudad. Dada la premura de tiempo, Alejandro logró convocar a unas 100 personas, pero eso fue el inicio de una serie de peticiones para que apoyara el trabajo consular. La dedicación se incrementó con el tiempo hasta que lo nombraron  Cónsul Honorario de España para Aguascalientes y Zacatecas.

Alejandro Muñoz Fernández

 

Un trabajo de muchas horas al día y de atender emergencias en todo tiempo

El nombramiento implicó que ya de manera oficial se le otorgara la papelería para realizar trámites ante el gobierno español y que los trámites realizados aquí tuvieran validez plena para todos los efectos.

“No soy cónsul de carrera, advierte Alejandro, sino que realizo este trabajo por el deseo de ayudar a los españoles que viven en estos dos estados y a los que vienen ocasionalmente. Y desde luego que lo hago también porque se lleven en muy alta estima a Aguascalientes, a Zacatecas y a México.”

Esto le representa buenas horas de trabajo al día y atender aquellos requerimientos de urgencia que suelen presentarse en situaciones de lo más diverso: desde el registro civil de hijos de españoles nacidos aquí hasta la repatriación de cuerpos de connacionales que han fallecido en estas tierras. Pero, en medio, hay emergencias médicas, solicitudes de localizar personas, consultas a deshoras ante situaciones imprevistas, entre otros.

“Por este trabajo no recibo remuneración alguna, nos dice. Pero me siento bien pagado por las distinciones recibidas del Estado y del Gobierno español. La principal de ellas es la Condecoración con  la Orden de Isabel la Católica por servicios prestados al Reino, y que firmada por el Rey Juan Carlos I, me fue entregada por el Embajador de España en México, en una ceremonia especialmente convocada para ello.”

600 estudiantes de aquí viajan al año a España para estudiar

En estos años, el trabajo del Consulado Honorario es ya muy significativo y puede verse reflejado en los números. Uno de estos aspectos son los viajes de estudio: en el año 2002, cinco estudiantes de Aguascalientes y Zacatecas viajaban al año a España para realizar estudios profesionales. 15 años después, en el 2017, son más de 600 estudiantes al año los que viajan a ese país para estudios que les requieren una estancia superior a los tres meses, y para la que necesitan ya de una visa. Esos trámites los realizan aquí apoyados por el Consulado Honorario, sin necesidad de viajar a Guadalajara o a la Ciudad de México.

Y además, está la atención a la comunidad española en Aguascalientes, integrada por unas mil personas con esa nacionalidad: en su mayor parte se trata de hijos de españoles que tienen derecho a la nacionalidad y al correspondiente pasaporte. De ellos, más de 900 residen aquí de manera estable y los demás están de una manera temporal, por cuestiones de trabajo principalmente.

Se entiende que Alejandro Muñoz Fernández, sea al mismo tiempo tan catalán como español y tan mexicano como el que más; y que cumpla su propósito de vida: trascender… servir… ser útil… dejar huella.  ¡Olé por ello!

Esta entrevista se realizó en el año 2018. Hace algunos meses, de una forma inesperada, falleció Alejandro Muñoz Fernández, dejando además del dolor de su familia, el aprecio y el agradecimiento de miles de personas en Aguascalientes, Zacatecas y en diversas partes de México. Tuvo, como quería, una vida plena. Ayudó a miles de personas españolas y mexicanas a conocer mejor los dos países y a profundizar en los hondos y sólidos lazos que nos han unido desde hace más de cinco siglos, y que no se pueden romper, ya que sería desgarrar la misma esencia mexicana.

Esta semana, el Cabildo del Municipio entregará en el Aniversario de la fundación de nuestra ciudad, el Reconocimiento como Hijo Adoptivo de Aguascalientes, a título póstumo, a Alejandro Muñoz Fernández, que por más de la mitad de su vida hizo de la nuestra, su ciudad predilecta.

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